domingo, 19 de abril de 2009

El día que no pude filmar un video


Acabo de tener un sueño carnavalesco, cómico, funesto, mete miedo, troglodita, chacharoso y dinosáurico, patético y monosilábico, de esos que a cada rato tengo, porque -no sé si lo dije antes- me la paso soñando cosas increíbles con personas reales, conocidas, desconocidas o famosas, de mi pasado o mi presente; he visto lugares que nunca vi antes ni sabía de su existencia, para luego comprobar que existen al buscar información.
En resumen, mis sueños son un revolú existencial, colorido, como este Blog.

Resulta que había almorzado tortillas de espinaca con humus, arroz con comino y guiso a la hindú, con un café con leche de postre.
Me comencé a quedar dormida en cada cosa que hacía y me dejé caer sobre la cama.
Como hacía algo de fresco, me envolví bajo la sábana y dos edredones que tengo y:

De repente, estaba caminado por una mezcla de Universidades a las que asistí hace años (sueño mucho en ambientes universitarios y todos son sueños locos en que vuelo, corro o hago skating en patineta aérea).
Era un mundo enorme, como una ciudad, un país.
En el lugar había tiendas, cementerios, plazas, fuentes, teatros, pueblos de rodaje de películas como en Hollyrock, muchos edificios destinados a aprender, pintados con todos los colores bold que caben en la imaginación, playas y campos, bosques al estilo El Yunque…
Iba caminado por allí de lo más feliz y pompeá, cuando me da por bajar una cuesta y llego a este edificio gigantesco de una planta, donde se estaban realizando todo tipo de ensayos imaginables.
Había gente ensayando canciones, obras de teatro, protestas, presentaciones políticas, religiosas, espectáculos de magia…

De pronto aparece esta amiga que tuve (me la pasaba jangueando con ella en los ensayos de teatro con un director conocido) y, cuando me acerco a saludarla, aparece René el de Calle 13, con un revolú de gente, filmando su próximo video musical.
Yo tenía el pelo súper rojo de caricatura, una bufanda verde limón y ropa violeta y amarilla con mis queridos Converse viejos, y no paraba de bailotearme la música, que era una mezcla de rock, rasta, ritmos brasileños y hiphop.
Yo le dije, ¡pero mira qué lindo (pfftt)!
Él se echó a reír y me dijo, no te vayas, que te vamos a usar de extra, que con ese brincoteo que no te estás quieta, y esa ropa, estás perfecta.
Yo pensé, pero qué se cree éste, que yo soy un mono en un circo, y me senté un segundo al lado de mi amiga para saludarla, pero ella era otra.
Estaba pendiente a unos rastafos falsos con cara de malotes que le ofrecían algo para comprar, y se zampó una pastilla redonda y amarilla a la boca, mientras convencía a uno de que le vendiera algo fuerte y polvoriento, que si por la dieta, que si para mantenerse delgada.
Ella no me miraba, como si yo fuera un fantasma. Yo le dije, mija, lo mío es al natural, esa gente anda forrada de armas y adictan a la gente.
Ella no me escuchó y se fue con el  falso rastafo maleante.

El rodaje de Calle continuaba y llegó una modelo que se había aprendido durante meses lo que tenía que cantar moviendo los labios, mientras se dejaba caer de un andamio de espaldas en brazos de René, y yo pensé: éso puede chavarle los discos.
Así las cosas y  pa’ matar el tiempo, me fui a caminar por allí.
Me encontré con hippies, teatreros y gente vestida con todos los atuendos subculturales del mundo.
Pompeá con tanta riqueza visual, me dio por salir del edificio.

Afuera parecía un gran concierto de todas las tendencias musicales, pero con gente estudiando, pintando, discutiendo temas o ensayando.
Pasé por una secuencia de tarimas, donde había espectáculos y conferencias de diferentes temas humanistas, artísticos o religiosos.
Había una de budistas, y me senté en postura de loto, pero como tengo short attention spam, me aburrí y seguí a otra.
Entonces pasé por una donde cuatro gatos celebraban una danza de culto oscuro vestidos de negro con capuchas y unos extraños artefactos como garrotes en las manos, del que colgaban caracoles rojos.
Me subí a su lado y me puse a bailar como ellos tripeándomelos, y mi presencia pareció agradar al líder, pero cuando arranqué a mitad del baile para seguir de largo, él y los suyos me miraron con odio.
Entonces me acordé del video de Calle, pero al intentar regresar no encontraba el camino.
Pasé por un cementerio enorme, donde celebraban ceremonias de diversas religiones y había un par de monjas vestidas de blanco al estilo de The flying nun, que me dijeron adiós.
Luego vi una ceremonia judía (lo supe por las estrellas) con hermosa música, mantos coloridos y lindas decoraciones y me dije, qué lindo, voy pa’ allá, que a lo mejor todavía no ha comenzado (mi parte en el video).
Cuando comencé a acercarme, se me apareció uno de los encapuchados vestidos de negro de frente. Al mirar a mi alrededor, noté que su grupo me estaba siguiendo.
Comencé a correr entre la gente, que era mucha, mientras los freaks fanáticos de negro y rojo continuaban apareciendo por todos lados con los garrotes de caracoles en sus manos.
Me tenían acorralada.
A lo lejos ya divisaba el edificio de los ensayos múltiples, así que grité, ¡policía, ayuda, policía!
(Sí, qué charra)
Como por arte de magia, apareció un policía panzón frente a mí, pero al notar mi vestuario colorido como circo, me ignoró completamente. Yo seguía  gritando casi en su oreja, ¡policía, que estos locos me persiguen! Pero él me ignoraba solemnemente como si nah.

Así que seguí corriendo como la mujer nuclear, huyendo.
Por el camino vi pedazos de cemento y piedras, y me doblé a recoger una con forma triangular que recordaba un  cemí.
Al levantar la vista, uno de los encapuchados estaba frente a mí, casi tocándome.
¡La tengo señor!, le gritó a su líder.
Entonces, agarré con fuerza la piedra triangular y dije, ¡bestia salvaje, si te me acercas te rajo el coco!
Él se aterrorizó como perro apaleado y desapareció junto con los otros.
La piedra triangular se abrió en mis manos como un sándwich.
Piedra-sandwich en mano, me quedé mirando hacia el gigantesco salón de ensayos al fondo hasta que  desperté, sudando (por tanto correr), amarrada con los edredones, riéndome a carcajadas por todo el circo.
Pensando que me salvé de los dementes, pero nunca pude llegar al rodaje.
:(

¿Ya ven por qué no comparto mis sueños aquí?
Y eso,  no les cuento del que tuve con Obama o con Johnny Depp...

Ahora me retiro.
Voy a cenar una manzana.


:::

No hay comentarios.:

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.