viernes, 15 de mayo de 2009

Domando el día

¡Chaz, chaz, atrás día nauseabundo, te haces mío o te domo a latigazos!
Pero, si casi ni veo qué escribo con este endiabla'o monitor!
Como sea, día, tú eres mío, mío para siempre.

El ñeñeñé de nuestra historia, nos llevó al precipicio de vivir arrodilla'os, engreídos, escapistas en negación.
A andarnos tapando la cola escoriosa unos a otros, porque "es que somos amigos o familia"; siempre tirándonos toallas.

Por eso es mejor meter en cintura a tiempo las heridas, la injusticia.
Porque hasta los ángeles coronados de espinas sienten ganas de meterle una buena bofetá a quien los humilla, maltrata o utiliza.

Le dije todo esto al día, y él, calmadito, se fue a escuchar música, después de pedir perdón en nombre de la vida y sus imbéciles.
Le he dicho que no se humille cargando con culpas ajenas, que eso de arrastrarse no le queda.
Que es demasiado lindo, guapo y colorido para andar cabizbajo.
Que guste o no a quien no le guste, seremos fuertes.
Porque la culpa no es de él, sino de toda una vida, de gente que no cuestionó nunca lo erróneo y lo amamantó, venenoso, a cada generación.

Y así quedamos el día y yo, felices, fundidos en un abrazo, escuchando la misma canción hasta su muerte.
Cuando los sublevados son los días, las noches son pertenecia natural.
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