que cuando algo se nos muere adentro nunca es de otro modo.
Y te pregunto qué cosa ha muerto.
Una estrella, me dices.
Le sobrevive su resurrección aguardando en sueño cero
junto al fantasma espiritual de la poesía
recortando satélites de placer y espanto
con tijeras de niño abandonado.
Destrozando, destrozando,
para fingirse inocente y balbucear:
Yo soy tu vida,
la insobornablemente bella y letal,
que ha retornado de la muerte.
Ante tan extraordinaria proeza, maúllo.
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1 comentario:
Hola que bueno volver a leerte, hacia falta :)
saludos!
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