No hubo palabras.
No porque las bellas, siniestras, apasionadas, estéticas,
agridulces bofetadas de angustia y realidad,
rigor de grito por justicia necesaria, desaparecieran.
Solo no hubo.
Rodaban a veces sobre el suelo entre losetas de barro,
transformándose en rostros,
miles, de humanos y animales que existieron,
existen, existirán.
Otras, las vi colarse entre ramas secas del árbol por el que he peleado,
caricias de viento.
Protege mis oídos de odiar voces y ruidos ultraortodoxoadoctrinados.
Egoestancados.
Las vi ayer por la ventana que fotografía el paisaje de picuda montaña.
Aun es hermosa.
También de allí tuve que huir.
:
ALR, 2013, PuertoRico.
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