viernes, 7 de abril de 2006

Viajera


Mi hija quiere relate situaciones que llamamos surrealistas, esa mezcla de lo patético con lo cotidiano inevitable, que contada tiempo después entretejiendo imágenes y emociones, llega a producirnos espasmos de risa (al menos a nosotras), quedando como evidencia de supervivencia y aprendizaje; como la vez que volé en una ambulancia, acompañando a un familiar desde el centro de la isla hasta Centro Médico, en época navideña.

Viajera
Con el cerebro en sopor post amanecida y el corazón atravesando un momento reflexivo, me pegaba a las paredes del interior de la ambulancia, rebotaba, caía, me deslizaba, hasta que logré el balance justo para evitar ser lanzada por la puerta, entrelazando mi pierna derecha en una baranda, frenando la izquierda contra la camilla y una mano lista para aterrizar, todo esto con tacones de 5 pulgadas, los paramédicos muertos de risa como si estuvieran en parranda, diciendo que llevaban a JLO mezclá’ con Gloria Estefan en tiempos de Miami Sound Machine arrastrándose por la cabina y yo, con sonrisa de Spongebob, intentando evitar que por mi boca salieran efectos de tanto agite, empeorando la situación del paciente, quien de vez en cuando despertaba delirando, me jalaba hacia sí regañándome neuróticamente por mi escote ayudado por “push-up bra”, que no era tal, sólo que ella me desabotonaba al tirarme y así lo percibía, mientras rezaba el rosario y regresaba a su letargo; entonces yo volvía a mi postura de serpiente enrollada en árbol, sintiendo mi hígado subir volcánicamente.

Arribamos en unos 35 minutos tras rebasar luces, peajes y tapones como si no existieran (es algo cool por cierto), y mi único temor era caer muerta cuando abrieran la puerta, aliviada de llegar al lugar correcto, hasta que vi unas 50-100 personas apostadas contra las paredes, en camillas, con rostros agonizantes, entre los que se destacaban algunos presidiarios vigilados por policías ligones y 3 norteamericanos que habían tenido un accidente de auto, uno de ellos pidiendo histérico por alguien que hablara inglés, mientras la única enfermera disponible le hablaba en español con cara de "sorry", y él insistía en que habían llegado a la isla (con gesto de quien aterriza en república bananera) en helicóptero y que se llamaba Robert Smith, y yo pensaba que se parecía más al chef gringo del canal de cable que al cantante británico del mismo nombre, que tiene el pelo electrocutado. No me daba la gana de, viéndole tan bien a él y tan graves a los míos esperando atención desde hacia días, servir de traductora, sólo porque volara helicópteros o tuviese tal nombre. Luego llegó un médico y le explicó entre otras cosas que debía esperar su turno.

En cuanto a mi familiar y yo, pasamos allí la noche, hasta que llegó otro familiar y se hizo cargo, creo que secretamente sorprendido, conociendo lo despistada que soy, de que hubiese sobrevivido al viaje en cohete.
Lo que no sé si sabe, es que me distraigo observando detalles, que al recordarlos me hacen pensar que la vida es un crisol de eventos que pueden cambiar nuestros esquemas y hasta sanar el alma en un trís, cuando se enfocan desde otra perspectiva.

Complacida mi nena linda?
Te amo con locura,
tu madre, viajera surreal.

1 comentario:

Naelle Devannah dijo...

Me has hecho reir euforicamente :P
recuerdo la llamada q hiciste para contarme algunos detalles...
Robert Smith LOL

besos

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