lunes, 28 de agosto de 2006

¿Cómo pueden maltratar y seguir su vida con normalidad?


Negando: Niegan su comportamiento. Son incapaces de reconocer que están haciendo algo incorrecto o malo. Para ellos, están desempeñando el papel que les corresponde a un hombre “como debe de ser”.
Esta mentira la mantienen ante sí mismos y ante otros, convirtiéndose en el mecanismo que les permite mirarse al espejo todas las mañanas, sin sentir remordimientos o culpabilidad.
La forma mediante la cual consiguen la negación, es a través de la minimización, racionalización y justificación.

Se dan una explicación de lo que está ocurriendo según sus propios esquemas y pensamientos, y cada vez ampliando más los límites de su conducta, de tal manera que llegan a un punto en que hagan lo que hagan, por muy horrible que sea, a ellos les parece normal.
Hasta que este autoengaño no finaliza, el ciclo de la violencia continuará siendo cada vez más grave.
Minimizando el daño para distanciarse del daño causado. Se convence de que el hecho no es tan grave “yo no la pegué, sólo la empuje”, así además se permiten culpabilizar a la víctima de exagerar la agresión.


El maltrato psicológico es muy fácil de minimizar.

Justificando, consiguen explicar por qué hicieron lo que hicieron, “no pretendía matarla, pero tuve que amenazarla para que dejara de chillar”, “me hizo llegar al límite, me sacó de quicio y perdí el control”...
Si admitieran que su conducta es mala, tendrían que admitir que son malos, ya que todos solemos identificarnos con nuestra conducta. Por tanto, justificar es una forma natural de supervivencia psicológica.
La negación es un truco de supervivencia que permite al agresor vivir consigo mismo engañándose y engañando a la gente.

Por tanto no es extraño que este tipo de agresores, fuera del contexto doméstico, en público, puedan resultar unas personas encantadoras, amables e incluso cariñosas. Engañando al vecindario, a extraños, familia, amigos y amigas o incluso a jueces y juezas.

El hombre violento tiene ideas cerradas y por ello, no tiene prácticamente ninguna posibilidad de cambio: cree que la mujer y las hijas e hijos son de su propiedad y con sus “propiedades” puede hacer lo que quiera, percibe la conducta de la mujer como provocadora, le resulta muy difícil el observarse a sí mismo, confunde los sentimientos de ira y miedo.

Continúa...

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