No estés triste, corazón.
Nunca estás solo.
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Lloremos labios a mejilla, pecho a boca
ríos que naveguen al mar
colmados del barro-caricia de nuestro instinto ancestral.
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No llores nunca
y si lo haces,
vierte en mis ojos tus lágrimas para que parezcan mías.
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Y es que no quiero soñar más con ojos blancos de desierto
que el viento y fuego nos visitan
sin tu agua que dio vida en tierra de besos.
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Pequeños somos, tan lejanos, tan cubiertos de dolor.
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¡Si un día naciera la alegría de tus palmas maceradas
en ojos que no quisieron ver, inyectados de sombra!
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Si un día floreciera lo que somos
lo que jamás escapamos desnudos de espera
ausentes del silencio.
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Entonces será que deje de soñar
y tatuaré despierta la última letra de tu nombre
sobre la piel que cubre mis temores
fundiendo palabra y verdad.
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Tu última letra en mi alma
la perenne, la inicial.
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© ALR, Puerto Rico, 2006
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1 comentario:
"Lloremos labios a mejilla, pecho a boca,...vierte en mis ojos tus lágrimas para que parezcan mías"
aqnte esto, qué decir?... sólo GRACIAS
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