Anotaciones de una huelga (según Santa Ana)
Por circunstancias en mi vida que no importa mencionar, soy para bien o para mal, producto de la educación privada, pero afirmo con gran orgullo, que mi hija es producto del sistema educativo público del país, al igual que muchos trabajadores que conozco, responsables, profesionales, productivos para la sociedad.
Vale aclarar que no todas las escuelas son iguales, ni los maestros, ni directores, ni grupos de estudiantes, y que por alguna razón, siempre entendí, que yo también sería maestra en el camino académico y de aprendizaje en general de mis hijos, y que en la medida que me integrara a sus vivencias de aprendizaje, podría ayudarles, crecer y aprender junto con ellos, porque el sistema solo, está diseñado para crear robots consumistas enajenados egocentristas, codependientes, o fanáticos.
Una mezcla de experiencias, aprendizaje autodidacta, amor y reloj interno, guían a los padres de un niño, futuro alumno escolar, hacia tal comprensión.
Pero ¿cómo transmitir el compromiso y responsabilidad de la educación de una sociedad a todos quienes la componen, en un mundo de visión insular colonialista, politizado, manipulado por moralistas y discrimen socio racial, que se castra a sí mismo en su constante autocomparación con otra cultura?
¡Rayos! Los cambios tendrían que ser radicales para que fueran efectivos.
Escribo esto, mientras se escucha el tuncuntún plenero de los huelguistas frente a una escuela cercana, con ñapa musical de merengue sonando al fondo “dame, dame, dame amor esta noche” (elemento musical adicional que supongo tendrá sus razones).
Cabe notar que entre ellos distingo algunos de los mejores, más competentes y comprometidos maestros de mi pueblo.
Por donde he pasado, las escuelas están abiertas y con gente adentro, sí, pero con pocos estudiantes, ya sea por apoyo o por temor a posible violencia producto de choques entre huelguistas y policía. Los estudiantes son el fin de la educación y sus procesos. Los estudiantes no están allí.
A las 12:38 pm del segundo día de huelga, un pequeño grupo de maestros camina bajo el sol moviendo las caderas al ritmo plenero-merenguero, cosa que le viene bien a los que están pasados de lechón y cocacola.
De repente alguno que otro no huelguista se asoma por la ventana bailando y aplaudiendo, y como pajarito de reloj cucú, se esconde de inmediato.
Al fin cambiaron a una salsa de Mark Anthony y todos cantan a coro, aliviados porque parió Jenniffer.
Pasan camiones y les tocan el claxon en apoyo.
La huelga boricua es todo un happening del absurdo.
Hay que ser muy valiente para negarse a recibir paga durante días, con tal de hacer valer una causa que puede afectar el futuro de nuestros habitantes, nuestra sanidad mental colectiva y nuestra productividad y autosuficiencia, y hay que ser muy valiente para continuar alimentando a los estudiantes con la enseñanza, mientras con l'anima e il cuore, se cree en la necesidad de un cambio radical en paradigmas y filosofías educativas copiadas, que han hecho un desastre del producto, marcado por estadísticas que derraman la triste verdad.
A lo lejos un par de palomas se enamoran en el cielo volando en círculos.
Creo que están piqueteando, o quizás sólo están contentas porque hoy no fueron a clases y sus padres o encargados las dejaron al garete.
Por circunstancias en mi vida que no importa mencionar, soy para bien o para mal, producto de la educación privada, pero afirmo con gran orgullo, que mi hija es producto del sistema educativo público del país, al igual que muchos trabajadores que conozco, responsables, profesionales, productivos para la sociedad.
Vale aclarar que no todas las escuelas son iguales, ni los maestros, ni directores, ni grupos de estudiantes, y que por alguna razón, siempre entendí, que yo también sería maestra en el camino académico y de aprendizaje en general de mis hijos, y que en la medida que me integrara a sus vivencias de aprendizaje, podría ayudarles, crecer y aprender junto con ellos, porque el sistema solo, está diseñado para crear robots consumistas enajenados egocentristas, codependientes, o fanáticos.
Una mezcla de experiencias, aprendizaje autodidacta, amor y reloj interno, guían a los padres de un niño, futuro alumno escolar, hacia tal comprensión.
Pero ¿cómo transmitir el compromiso y responsabilidad de la educación de una sociedad a todos quienes la componen, en un mundo de visión insular colonialista, politizado, manipulado por moralistas y discrimen socio racial, que se castra a sí mismo en su constante autocomparación con otra cultura?
¡Rayos! Los cambios tendrían que ser radicales para que fueran efectivos.
Escribo esto, mientras se escucha el tuncuntún plenero de los huelguistas frente a una escuela cercana, con ñapa musical de merengue sonando al fondo “dame, dame, dame amor esta noche” (elemento musical adicional que supongo tendrá sus razones).
Cabe notar que entre ellos distingo algunos de los mejores, más competentes y comprometidos maestros de mi pueblo.
Por donde he pasado, las escuelas están abiertas y con gente adentro, sí, pero con pocos estudiantes, ya sea por apoyo o por temor a posible violencia producto de choques entre huelguistas y policía. Los estudiantes son el fin de la educación y sus procesos. Los estudiantes no están allí.
A las 12:38 pm del segundo día de huelga, un pequeño grupo de maestros camina bajo el sol moviendo las caderas al ritmo plenero-merenguero, cosa que le viene bien a los que están pasados de lechón y cocacola.
De repente alguno que otro no huelguista se asoma por la ventana bailando y aplaudiendo, y como pajarito de reloj cucú, se esconde de inmediato.
Al fin cambiaron a una salsa de Mark Anthony y todos cantan a coro, aliviados porque parió Jenniffer.
Pasan camiones y les tocan el claxon en apoyo.
La huelga boricua es todo un happening del absurdo.
Hay que ser muy valiente para negarse a recibir paga durante días, con tal de hacer valer una causa que puede afectar el futuro de nuestros habitantes, nuestra sanidad mental colectiva y nuestra productividad y autosuficiencia, y hay que ser muy valiente para continuar alimentando a los estudiantes con la enseñanza, mientras con l'anima e il cuore, se cree en la necesidad de un cambio radical en paradigmas y filosofías educativas copiadas, que han hecho un desastre del producto, marcado por estadísticas que derraman la triste verdad.
A lo lejos un par de palomas se enamoran en el cielo volando en círculos.
Creo que están piqueteando, o quizás sólo están contentas porque hoy no fueron a clases y sus padres o encargados las dejaron al garete.
Imagen: Javier Prado, (adaptada por moi)
3 comentarios:
me gusto...muy politicamente correcto...pero me gusto.
Joe, le lavé la cara y le puse un lazito, jaj.
Tengo emociones encontradas con el tema, pero el mensaje es "tengamos la huelga en paz".
Según mi bola de cristal, la ilusión de esperar para reclamar derechos que hagan un cambio, utilizando como punto de partida que la situación económica, social o política del país mejore antes, es irrisoria al momento... O_o
Uy! Qué habré dicho?
no se, pero sono bien inteligente de tu parte. eres una chica lista! ;0)
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