sábado, 9 de agosto de 2008

Después de la reunión

Luto 2 (proviene de Luto, primera parte)

Desayuno de pan relleno, café y fruta.
Estómago cerrado.
Tres teléfonos sonando sin parar.
Sudo calculando el tiempo restante para las ceremonias.
Por primera vez tengo la ventaja que brinda el comprender las cosas.
Sus cosas, mis cosas. Las cosas de nuestra familia.
Recuerdo que mi auto está sin marbete.
Primer ataque de pánico en el baño.
Intensifico autosugestión.
Dejo un tiradero de ropa
Enciendo el motor.
Segundo ataque de pánico con bombardeo lacrimal.
Lo domino respirando en bolsa de papel improvisada con servilletas.
Me percato de que mi vista se afecta ante la ansiedad.
Llego al lugar.
No era ahí la ceremonia.
Llego a donde sí es.
Se me brota tras los lentes de sol un revolú de lágrimas al recordar cuán feliz era ella, cuando veía a cualquiera de los allí presentes.
Los enterradores tienen un percance imperdonable con el féretro.
Al bajarlo se percatan de que no cabe en el hueco.
Lo intentan varias veces hasta que éste se les escapa, golpeando las paredes encementadas tan fuertemente, que algunos temimos que el cuerpo de quien tanto amamos y amó, se saliera.
Se escuchan comentarios entre dientes de "puño y bofetá", provenietes de voces masculinas.
Algunos presentes se retiran.
Un primo mira todo desde lejos con expresión tan solidificada en su rostro que parece una estatua.
Mi hija pasea entre las tumbas con sombrilla y abanico ataviada góticamente, mientras esperamos terminen la labor.
Los enterradores destruyen uno de los bordes del hueco receptor, sin inmutarse ni prevenir.
Pedazos de cemento vuelan como proyectiles por el aire sobre nuestras cabezas, provocando que volvamos a huir.
Bajan el cadáver.
Recibe una lluvia de flores casi 2 horas después de lo previsto.
Un enterrador mantiene un cigarrillo sin encender colgando de su boca mientras empañeta.
El féretro queda cubierto con cemento por encima, asomando un extremo por el hueco creado para permitir su entrada, aun en vías de ser reparado.
No me quedó claro cuándo lo harían.
Fin de la reunión familiar.
Concluyo que, no fue tan extraña.
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