domingo, 21 de septiembre de 2008

Juntando piezas


Mi padre es como una excavación arqueológica incompleta, que oculta misterios y nuevas pistas a cuanto soy.
Siendo mis padres novios, vivían en pueblos diferentes de la isla y, separados por reglas conservadoras del padre de mi madre tipo siglo 18, se comunicaban a través de cartas que desaparecieron.
Entre lo que quedó, apareció esta carta, que más que carta es un poema copiado por él en ambas caras de un papel de argolla (aquí muestro una).

El poema es "Nocturno a Rosario" del poeta mexicano Manuel Acuña.
El poeta se suicidó a los 24 años por causa de su fatal amor con una mujer casada (Rosario).
El escritor español Pepe Monteserín escribió del tema en La Lavandera, novela que retrata la brevedad de Manuel Acuña desde su punto de vista creativo.

Lo interesante es que mi madre no era casada y mi padre sí fue correspondido por mi madre en su amor, pero al parecer, se lo envió en un momento de separación por algún enojo o imposibilidad.
Así de mucho le habrá dolido!

Pobrecito mi papi, eras un romántico.
Qué irremediable no tenerte viejito para abrazarte y reírnos.
Decirte, papá, créeme por fe.
Eso de ser tan románticos no deja huesos sanos, menos en estos tiempos.
Decirte que te comprendo, porque ya decía yo, de algún gen había obtenido lo que más me exaspera, la dolorosa exageración emotiva, que me lleva a intentar escapar lo romántico en la poesía.
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