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¡Madre, que llueve hasta el techo!
Dime, ¿de qué estamos ciegos?
¿De papeles, tenencias, armas, miedo,
placer, belleza que no repara el desamor?
Tu voz mojada nos confunde,
pero no vemos.
Nos han arrancado los ojos
anestesiados con luces y espejos,
empobreciendo.
El ego nos nubla más a Haití,
hermana de hiel con galletas de lodo.
Se canaliza una Venecia en Puerto Rico
y la última palabra es la tuya.
Palabra de agua en un pedazo de universo
herido por la imprudencia.
© ALR, 2008, Puerto Rico
¡Madre, que llueve hasta el techo!
Dime, ¿de qué estamos ciegos?
¿De papeles, tenencias, armas, miedo,
placer, belleza que no repara el desamor?
Tu voz mojada nos confunde,
pero no vemos.
Nos han arrancado los ojos
anestesiados con luces y espejos,
empobreciendo.
El ego nos nubla más a Haití,
hermana de hiel con galletas de lodo.
Se canaliza una Venecia en Puerto Rico
y la última palabra es la tuya.
Palabra de agua en un pedazo de universo
herido por la imprudencia.
© ALR, 2008, Puerto Rico
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