jueves, 6 de noviembre de 2008

Todos somos de derecha

Todos somos de derecha.

Aunque en estados extremos
¿no es más fácil o menos desgastante
odiar un país que nos lacera
que estrangula
declararnos indiferentes
sobrevivir,
que amarlo hasta morir?

Seguimos, como Drácula,
presos de nuestra maldición
de la apetencia insaciable de reunirnos con la amada
la bella que no reencontramos
la única que puede matarnos
para darnos Paz ante el dolor de no poseerla.


¿la reconoceremos?
¿habrá cambiado mucho después de tantos siglos?

Tecatos de derecha, eso somos.

¡Liberarnos!

Pero no queremos.

Preferimos el sol
bañando su caldo naranja sobre la sangre entumecida
en calles que ocupan dos
(¿tres?)
dormidos eternos cada 24 horas.

Este es nuestro paraíso.

El joven-anciano en armadura nuclear
viendo niños volar en pedazos sin inmutarse
que regrese a nuestros brazos
sin alma, pero a salvo.

¿Qué armas tendrás contra mí
si ya estoy muerta?
No sobreviví a tanta mentira y soledad.
Entonces, ¿puedo luchar?
¿Hasta la resurrección?

Invisible
en medio de una Plaza
disfrazada de civil
desnuda
sola
acompañada
con hambre y sin luz eléctrica
con arroz y habichuelas de ayer
enferma
empobrecida
con la pregunta de cómo resolver los problemas
acosando cada noche o despertar,
siempre sin respuesta.

Andas jodid@ si crees que por ello dejaré de amar
de desear
el día de la igualdad de todos los hombres y mujeres.
Menos los diferentes
que matan a su propia cría
cuando ya crece fuera del vientre
sin más motivo que la risa o el poder.

¡Andas jodid@!
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