martes, 20 de septiembre de 2011

Fugitivo


Fugitivo

Tengo el Síndrome del Cuidador, la piedad del Vengador Fantasma ¿o qué?, dijo el caballo en alegre galope.
Cojeaba.
Tres años de pésima recuperación de su pata accidentada, convertidos en vulgar supervivencia.
Había aprendido a reconocer cualquier trastorno humano, a distinguirlo de su parálisis PTSD, de su sudoración, su falta de aire o confusión, de sus ataques de pánico, de sus delirios felices de episodio mánico, de sus cambios abruptos rapid cycling y de cualquier otro efecto del infierno que sus cien razones calladas le habían legado. Tres años de cárcel en libertad sólo sirvieron para analizar los recovecos de su historia, hasta convertirse en el equino que se negaba a llevar cualquier carga hostil sobre su espalda o a ser sometido como bestia cercana a la muerte.
Ya no era el mismo. Tenía derechos. Y dignidad.
Esto pensaba pastando, cuando su dueño decidió ensillarle como lo había hecho desde niño (ya bastante descanso eran tres años sin cabalgar), minutos antes de su humana hora final. 
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(Advertencia, historia de terror provocado por raza a medio desarrollo, llamada Humana)

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