Navidad

Hoy es Navidad y mi alma salta protuberante como un sol.
Afuera todo luce blanco. De pequeña alucinaba estas mañanas con que Santa (cualquiera que fuese su santidad), había dejado nieve a su paso proveniente de países nórdicos, o tal vez era mi padre que me dejaba un mensaje desde el más allá, ya que él tendría sus contactos. Lo real era que sólo eso me había dejado, neblina. En mi hogar eran tan conservadores que le pasaban por alto. Así aprendí a apreciarle como a un truhán. Años después le celebré románicamente, entre niños y juguetes. Hoy para no perder la costumbre, me amanecí, a quién importa cómo, sola. A las 5 am se le ocurrió a un fanático pueblerino despertar a viva voz por parlantes a todos los niños del pueblo.
"¡Jojojoooooo, cof cof, despierten amiguitosss, llegó Santa Claus, vamos a ver los juguetes!"
Debería algún padre con ojeras querellarse. ¿Se imaginan, que no le alcanzó la noche para el montaje de no sé que artefacto, que quizás no había llegado allí el regordete anciano y los niños que se levantan y el griterío que surge?
No escuché llantos ni quejas, hubo silencio. Asumo que la fe hizo milagros.
Quizás me animo y comienzo a escribir mi lista para el próximo año:
Energía, Transformación, Inteligencia, Abundancia y Tus besos.
La Navidad es infantil ansia inmortal que a todos habita.
A algunos, como yo, durante todo el año.

Imagen tomada de www.cartoline.net