jueves, 2 de febrero de 2006

Resurrección

“¡Basura, no eres más que un vil pedazo de basura, estoy harta de ti, no sirves!”
Lo sacudí, lo levanté unos dos pies sobre el suelo.

Un golpe seco anunció su aterrizaje de espaldas, inmóvil, desconectado de su realidad.
Recordé mis armas, y como médico que examina sus instrumentos de cirugía, fui sacando una a una. Una lima de uñas, una cuchara de madera, un cuchillo a lo Pedro Navaja, aceite de almendras.
Me puse guantes para no dejar huella de su cuerpo en mis dedos. Trabajé en silencio sobre él, que continuaba sin inmutarse. Su corazón caliente aun, casi quemaba mis manos. Sabía qué hacer, no era la primera vez.
Le dije, vuelve, sabes que te necesito, aunque parezcas pieza escultórica cuyo sonido se asemeja al oleaje del mar.
No pasó nada. Pensé que había muerto.
“Si es el final, ha de ser porque ya llegó tu hora. Fuiste muy bueno hasta que supe tu verdad.”
Y dicho esto, el abanico de acero inoxidable recobró su vida.

3 comentarios:

Goddess dijo...

jajajaja Ana, me tenias en suspenso... que buena eres. te deje un mensaje con mi e mail, lo encontraste?

Ana dijo...

Gracias, juaz :D

Ana dijo...

Upsss, goddess, donde???
:O

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