De rosa

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Estoy de rosa,
no necesito pijama a pesar del frío.
Cuando se duerme desamando el desamor,
el dolor y el hambre embisten deseos fashionistas,
la lencería corre más suave en la gaveta,
cual hora inquieta que ilumina
la seducción de nuestra almohada

hasta hacerla delirar;
el aire cortando la piel,
acompasando el vaivén

mirando el techo
absorta en dedos que repujan
vuelos en carrusel.


Y se olvida
la prisa deliciosamente inútil
de fingir que algo importa más
que

enredarnos en la silla,
en las paredes, en la mesa,
en el balcón, camino al auto,
en el tren, en el pasillo del baño,
frente al centro comercial,
en la playa, en el hotel,
frente a tu casa, al teléfono,
en tu cama

surgiendo de sexo ajeno al mío.



Estoy de dulce caramelo
derretida en años
pensándote entre objetos
y aquellas rosas con letritas que nunca mueren,
pero matan,
llorando cortometrajes que reproducen
mil maneras de navegarnos,
la fantasía en que un día te veo
y ya no le imploro a un sabio suicida
que me quite la condena,
prometiendo ser muy buena,

o mala, da igual,
con tal me deje vivir-te
sin estigmas que desangran.
Pero es el cine en mi cabeza
adicción irrealizable,
porque no digo TE AMO a tu oído.
Sólo me queda escribir
sueñohólica.
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© ALR, 2007, Puerto Rico

Imagen: Andy Warhol, 1982