miércoles, 21 de marzo de 2007

Un post seco

Mi blog es tu blog, blog del planeta, producto de un ser humano como tú, que podrías ser tú misma-o, así como tú podrías ser yo.
Por suerte, lo tangible e inmediato es que yo soy yo, y tú eres tú.
Daría repelús que fuese de otra manera.
:
Aunque la verdad de nuestra isla nos pegue en la cara a diario como bofetada de culebrón televisivo, como revelación del destino del que somos parte, algo es cierto:
Hemos jodido el planeta por egoístas, porque nos enamoramos quiméricamente de nosotros mismos como dueños y centro del Universo, inconcientes de la armonía necesaria para sabernos iguales a cada cosa o vida que nos rodea.
Ahora, víctimas del lloriqueo egocentrista, nos percatamos que el mayor recurso no es el petróleo como se nos ha vendido.
El mayor recurso es el AGUA y hoy, gracias a la estupidez y adormecimiento colectivo, vamos camino a la pérdida del mismo.

Sequía.
Siento sequía en cada palabra que escribo, por pensar egoístamente que debería aprender a escribir por respeto a la palabra misma, a tantos que lo han hecho bien.
Que debería aceptar que no sé escribir y callarme, pero tengo una hemorragia de ideas mezclás' con experiencias atormentando la garganta de mis dedos.
Fantasmales, me despiertan a mitad de la noche, vestidos de segmentos de relatos o poemas dictados letra a letra sobre un papel, que nunca logro redactar luego con exactitud, y no sé qué hacer con esa poseción extraña a estas alturas o bajuras del pastel que sirven de postre en los infiernos.
No afeitaré mi cabeza por ello.
Sólo admito sin negación alguna que, aunque soy inofensiva, el descubrimiento del poder de la palabra me hace anormal, por ser un arma con posibilidad letal que nos puede hacer escabrosos, nefastos, proféticos, develadores de misterios que nos hacían marionetas, entes capaces de cambiar el mundo a teclazos, en fin, locos peligrosos sin demencia; y eso es algo que asusta.
Pero que no nos dé meyo.
Trataré de aprender un poco leyendo de aquí, de allá, de muchos de ustedes que son maravillosos maestros, mientras inhalo ideas que brotan de un video musical, un intercambio de palabras, un programa de tele sin cable, una vivencia transformada, un recuerdo de amor que jamás será; y seguiré escribiendo para mí en acto egoísta de supervivencia.
Posteando también, pues sólo cuando se enteran de lo que hay en tu cabeza, se cierra el cerco.
El ser leídos alivia el dolor, humedece el desierto.
Qué importa si guste o no, si está bien escrito o es veneno letal para un conocedor.
Importa que informa o nos libera.

Lo que no puedo permitir, es que mi drama personal me haga obviar lo que hemos hecho con la Madre Tierra o callar ante la urgente necesidad del dragado del Lago Dos Bocas, suplidor de agua potable en mi isla.

Hace años, ambientalistas y defensores de la Madre avisaron de esto y no se les prestó atención.
Sólo se les dejó hacer ruido como a horno de microondas cuando avisa el fin de un cocido.
Se dijo muy claro:
El lago de sedimentará, se secará por condiciones del calentamiento global que aumentarán la sequía, será costosísimo dragarlo, su dragado, aunque necesario, traerá escasez de agua a los pueblos que se suplen de tal lago y a todos los que se suplan del súper acueducto propuesto.
Se (nos) escuchó, exactamente 3 ca... y el súper acueducto se llevó a cabo.
Sea todo por los intereses de poderosos y políticos.
Ahora el Gobierno avisa con dolor autoflagelante, que el dragado tan sólo costaría 100 millones de dólares. Cantidad útil para cirugías, viajes, trajes europeos, casas con pinta de mansiones, autos de lujo, blin blin y cualquier otra cosilla que nos haga sentir Paris, hija de... Hilton, pero nunca la pobre Britt cruzando la autopista contra el tránsito a espera de un camión; cuando en realidad, somos la segunda, por haber copiado modelos de vida banales que nos llevan a la autodestrucción.
En la foto, tomada de El Nuevo Día, se muestra el lago como luce hoy.
Esa área estaba antes cubierta de aguas profundas.
Ya no nos queda más que abrazarnos a todo esto, que por crítico que parezca, es nuestro.


¡Un beso verde!

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