No sé cómo llegamos a esto. Pero algo posee la amplitud que rodea un centro comercial repleto de comercios de origen estadounidense en su mayoría y espaciosos estacionamientos, que hace del circo de contrastes en que la isla se ha convertido, un oasis temporero de escape al sinsentido.
Oasis, donde generalmente pagas por sueños que te proveen comodidad, alimento y calma, comunicación y entretenimiento, donde puedes encontrarte sonrisas y dramas de la vida real, siempre menos en comercios más fabulosos. El rostro de nuestra sociedad, travestido de consumismo, de miradas perdidas y empleados necios que te tratan según la manera en que vas arreglado y la seguridad que muestres, sin importar tu realidad económica o social, o en qué vehículo te transportas.
Voy pensando lo anterior sumida en más de 100 grados Fahrenheit tras la guagua que lleva el pegadizo que lee “la envidia mata” y me pregunto, ¿a quién mata? ¿Al envidioso o al envidiado? ¿Te mata lento o mata dulcemente? Quizás mate a ambos lados de la envidia y el problema sea que aquí todos somos envidiosos o envidiados. Envidiosos de libertad. Si esto fuera China, un mensaje así en pegadizo estaría prohibido por parecer amenazante. Pero esto es Puerto Circo.
Sonrío al notar que la guagua se dirige también al centro comercial, arrastrada por la grúa que la transporta.
Imagen: Caín y Abel, Ticiano
4 comentarios:
prefiero esa pegatina que la que dice -"que nos hariamos sin ella"- y al lado hay una bandera estadounidense.
Jaj Roy!
Ese es migrañoso!
Saludos!
Bueno, yo, por origen quizás, llevo matices independientistas, social democrata, y hasta un tanto socialista ""Ok"".
Lima tambien es igual, llena de constraste y de desgracias por doquier. En una Metropolis supongo que aprendes a no envidiar tanto, te llenas de indiferencia, porque al final, existe siempre alguien que esta peor que tu.
"No te quejes hijito, mira a ese niño que esta en ese microbus. Ya no molestes y apaga de PSP"
Agustín, cuánto tenemos que aprender acá!
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