Un ser patético y febril nos llama:
-aprovéchate de mí,
que estoy tan triste y desamada.
Y llegan todos los hombres,
los más desamados y tristes.
Ella les pide llorando:
-te doy todo, no te vayas.
Los ama besándoles el alma
atravesando sus cuerpos
que desangrados le aclaman.
No, ya no puedo ser yo,
me he incendiado en su mirada
sin memoria
sin memoria
sin memoria.
Bajo mi pecho habita el sol.
© ALR, 2007, Puerto Rico
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