martes, 18 de septiembre de 2007

Payasos y publicidad

Esta vieja se cree que soy sirvienta suya. Mañana vendré con una cofia y un delantal, se quejaba Juan de la directora de teatro, mientras sacaba copias de un papel publicitario de la obra que presentaríamos la noche siguiente en la Universidad.
Una compañera del grupo y yo, le esperábamos para ir a almorzar antes del último ensayo previo a la presentación.
Saliendo de la biblioteca escuché mi nombre a gritos.

¡Nena, por fa!, gritaba otro amigo con la voz entrecortada por la carrera que echó para alcanzarme.
Guárdame estas marionetas. Las necesito esta noche para una clase de educación y no tengo dónde guardarlas.
Pero es que no voy para mi casa hasta después del ensayo, le dije.
No importa, insistió. Llévatelas y me las traes antes del ensayo, dijo con prisa.

Y se fue.
Tomé la caja plástica repleta de marionetas con ojos saltones y subí al jeep de Juan junto con la otra amiga, que era quien iba a cocinar, pues yo no sabía preparar ni un sándwich. Al sentarme en la parte posterior, vi un paquete con telas de colores que sobresalían del mismo.
¿Qué es esto?, pregunté a Juan.
Ah, eso es un vestuario de payaso que dejó ahí mi hermana de su trabajo en Mac Trash Food.
¡Qué cool, yo nunca me he vestido de payasa!, chillé.
Nena, deja eso ahí, que si le pasa algo, me mata mi hermana, dijo Juan cuando ya me acomodaba la peluca de colores.
Nos fuimos al súper y al salir, Juan nos dijo con cara de cómplice: escóndanse que ahí viene el loco.
Se refería a otro compañero del grupo teatral a quien llamábamos Rambo, porque una vez se ausentó de la Universidad una semana, por alegadamente haberse perdido explorando solo el bosque.
Dito, dijo mi amiga, dale pon, que él va para su hospedaje de camino al tuyo.

Antes que Juan dijera que no, ya Rambo estaba subiéndose al jeep con una mochila a la espalda y un megáfono en la mano.
Qué bueno que te encontré, le dijo Rambo a Juan. Dame pon pa’l hospedaje, que si me voy a pie no llego al ensayo.
Juan volteó los ojos y los puso en blanco. Qué remedio, mijo, ya te enganchaste.
¿Y ese megáfono?, preguntó mi amiga a Rambo.
Es para un día de juegos en la escuela donde da clases mi hermano.
De camino, Juan recordó que debía ir a buscar un pago de renta de una casa que tenían sus padres en el campo.
Si no, no tengo con qué comer esta semana ni pagar el hospedaje, nos dijo.
Mi amiga abrió una bolsa llena de paletas de colores que había comprado. Íbamos todos chupando paletas y escuchando música por una carretera llena de curvas de un campo de la isla, cuando vi un montón de niños jugando en la calle y se me encendió el bombillo.
Juan, dame esos papeles que anuncian la obra, le dije mientras me colocaba el vestuario de payaso a las millas de chaflán y le arrancaba el megáfono de la mano a Rambo, quien se colocó la peluca y la nariz.
¡Alerta a toda la comunidad del barrio verde! Grité con voz aguda a través del megáfono. El grupo de teatro de la Universidad tal tal, los invita a todos a la presentación de la obra de teatro tal tal. ¡Habrá sorpresas y regalos! ¡Vengan, vengan!
Los niños comenzaron a seguir el Jeep. Mi amiga agarró dos marionetas y comenzó a hablarles a través de ellas, mientras Rambo tomó la bolsa de paletas y comenzó a repartirlas entre los niños, que ya nos rodeaban histéricamente.

Juan no paraba de gritar que estábamos locos, mientras detenía la marcha del jeep y reía como un demente, hasta salirle lágrimas.
Repartimos todas las paletas y papeles de publicidad, mientras los niños nos decían adiós emocionados, tan lindos, y nos fuimos a almorzar, Rambo incluido.
Llegada la noche de la obra, vimos entre el público a unas 5 familias de personas humildes, con cara de quien no “baja al pueblo” sólo en Fiestas Patronales y Navidad, mirando atentos y extrañados durante toda la presentación. La directora nos regañó, porque al mirarnos entre sí, explotamos en risa en pleno escenario.
La obra no tenía nada que ver con payasos ni con niños, pero eran los ochenta.

Entonces había más inocencia, pero también más confianza entre la gente.
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5 comentarios:

Amarilis Tavarez Vales dijo...

Teatreros, jeeps, marionetas, flyers, estudiantes pelaos que necesitan pagar el hospedaje... De pronto me vi caminando por Humanidades, cerca a la Glorieta Fabian, observando el furor que antecede a una presentacion. Yo me lo disfrutaba y me sentia parte de ello, aunque siempre fui publico.

E~ dijo...

Por favor cuando tengan un chance pasen por aqui, hay algo super interesante que todos debemos leer. http://www.lokuralucida.blogspot.com/

Ana dijo...

Así es Amarilis.
Tiempos en que el término "por amor al arte" movía montañas e imposibilidades.

e~, gracias!
Enteradas y en alerta solidaria!

Perla Negra dijo...

LOL

Ana dijo...

*<:OP

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