jueves, 5 de marzo de 2009

Por qué tenemos que hablarlo

Por qué tenemos que hablarlo

Este post iba a ser un comentario a este, pero se volvió un poooco extenso.

No soy experta, pero por razones personales y académicas, he realizado algunas lecturas en temas de maltrato emocional o psicológico y temas relacionados.

Debo mencionar, que el "tag" de maltrato psicológico en este blog es el tema más visitado por la comunidad internacional, y por tanto, merece ser atendido.
Lamentablemente los ambientes disfuncionales de maltrato emocional, bailan macabra danza que se entrelaza con el físico, abuso u ofensa sexual, y/o violaciones, atrapando a víctimas con victimarios en un ciclo de horror, a veces imperceptible, pero más común de lo conocido o divulgado.

Una víctima de abuso o maltrato "puede", pero no necesariamente será un victimario.
Puede, pero no necesariamente reconocerá haber sido víctima.
Puede o no, escapar las consecuencias a abusos o maltratos sufridos.
Puede, pero no necesariamente reconocerá en sí las consecuencias.
Puede, pero no necesariamente, recibirá ayuda o terapias adecuadas para manejarlo y escapar el ciclo y/o evitar que futuras generaciones lo sufran.

Existen muchas maneras de pasar de víctima a victimario, e igualmente, existe la posibilidad de no haber sufrido ninguna clase de vejación, abuso o maltrato, y convertirse en maltratador físico o emocional, en ofensor sexual, sin más razones que la psiquis individual.

Una de las maneras de convertirse en victimario, y quizás la más común, sutil e imperceptible, es Callar ante la mención o experiencias propias o ajenas con el tema, ya sea por ignorancia o miedo.
Callar, hacerse la vista gorda, juzgar como trivialidad el tema, por mantenernos chilling, cool y happy, es la ley del silencio de muchos, generalmente aprendida.
Silenciar, promover y alimentar la ignorancia y el silencio, es también sinónimo de victimario.

Tristemente, el tema de abuso sexual y maltrato a menores en Puerto Rico, parece campana que no deja de sonar.
Curiosamente, durante un mensaje reciente del Gobernador de la isla al pueblo, se cometió un "error" relacionado al mismo, al cual no debe restársele importancia, por sus consecuencias de reacciones en la sociedad.
De este tema, más amargo que la "medicina prometida" para hacer frente a la crisis económica que vive el País, hay que hablar por múltiples razones, completamente distantes de ideologías políticas o cualquier otra intención que no sea la de educarnos, educar a nuestros niños, hombres y mujeres, como parte de una lucha necesaria por liberarnos o apaciguar el gen y estigma del abuso, la ofensa sexual y el maltrato.

Considerando lo anterior, concluyo:

1. La poca dedicación y profesionalismo de parte del líder máximo de un país y/o sus asesores ante la responsabilidad necesaria de informarse antes de originar un proceso histórico comunicativo, en el que toda palabra tendrá peso y consecuencias, ha sido notable.

Pedir excusas públicamente por tal "error" de preparación responsable para un discurso, a los cientos de hombres, mujeres y niños que han sido víctimas de abuso sexual, por describir con palabras de bondad, nobleza y espiritualidad emulable, a un perfecto extraño que resultó ser un pedófilo, representaría un acto de elevado respeto y sabiduría .

2. El poco o ausente conocimiento que tiene la ciudadanía con respecto al tema, al no poder diferenciar entre un ofensor sexual y un delincuente que comete cualquier otro delito en que no se haya incurrido en ofensa sexual o violación, es repugnante.

Todo confinado tiene derecho a reintegrarse en la sociedad, a vivir, trabajar, educarse, a romper vicios y dependencias, a buscar su felicidad y productividad, una vez cumplida su condena, y se le deben facilitar los medios necesarios para que sea de tal modo.
Pero a un ofensor sexual, pedófilo, violador, simplemente hay que identificarlo, evitarlo como ejemplo de héroe, porque constituye un acto de total desconocimiento de los efectos de sus actos en nuestra sociedad.
Una enajenación.
Identificarlos debe ser camino a poderles prestar las herramientas que carecen para vivir en sociedad, sin hacer daño permanente a otros y alimentar así el doloroso ciclo.
Pero nadie que ame a los suyos o se ame a sí mismo, lo querrá de maestro de sus hijos o cuidador de quienes ame, porque la sola duda de una posible reincidencia, espanta y atropella.

3. La falta de información y sensibilidad en nuestra sociedad, ante el dolor y pérdida sufridas por víctimas de ofensores sexuales, sin importar su edad, nivel social o académico, es estigma que acompaña a las víctimas desde su interior como cárcel perpetua, y que les impide hablar, mientras las leyes "castigan" ofensores con cárcel, durante periodos de tiempo limitados. Carentes de terapias efectivas, los devuelven a la sociedad, sin evidencia convincente de rehabilitación, y a veces, con más odio social que antes.
Las opiniones que se escuchan del colectivo en torno al tema, padecen de negación, de culpar a la víctima por exponerse, por no hablar, de ignorar su experiencia o juzgarla como algo sin mayores consecuencias.

4. Los amplios perfiles psicológicos de ofensores sexuales y estadísticas de su rehabilitación existentes a nivel mundial, basados en estudios a veces pobres en participantes, buscan desesperadamente su posible rehabilitación, pero pocos cuestionan si el castigo o los castigos temporeros funcionan.
Entre terapias que originan estadísticas, se destacan las de desprogramación (similar a como se trabaja con personas que han sido secuestradas o succionadas mentalmente por sectas), que puede durar años o toda la vida.
Son costosas y es impredecible su resultado, por lo que gobiernos prefieren métodos conocidos de castigo (cárcel, probatoria, etc.), a ofrecer terapias prolongadas y asumir sus costos.

5. Expertos establecen que los pedófilos, ofensores sexuales y violadores, carecen de culpabilidad, cuando existe "ruptura de la estructura mental".
Tienen su "mapa del amor vandalizado", buscan experimentar el poder que aprendieron de manera enferma y disfuncional en su experiencia de vida, y "pueden sentir apegos, complicidades”, pero “no conocen el amor, desde el momento en que para tener una felicidad efímera y relativa, avasallan al otro".

6. Basándonos en los números de casos de pedofilia y ofensa sexual durante los últimos 20 años en Puerto Rico, y en cómo se trataba el tema en el pasado a través de tabúes, negación y conceptos religiosos, con desdichada posibilidad, una enorme cantidad de niños, hoy adultos, fueron víctimas, y por variedad de razones, han aprendido a vivir callando, flotando en el veneno de consecuencias del abuso sexual.
Sobreviviendo.
Por tanto:

7. Propongo la creación de páginas de Internet, o investigación de manera anónima y voluntaria, atendidas por profesionales serios especializados en el tema, dispuestos a revelar la cantidad oculta de víctimas silenciadas, su supervivencia, consecuencias a nivel de calidad de vida y salud mental actuales, para a través de ello estudiar, identificar y combatir diferentes niveles de abuso sexual en la isla, ofreciendo así, la posibilidad de mejoras en salud mental y calidad de vida a nuestra sociedad y futuras generaciones.
En otras palabras, debemos conocer la verdad, educar y educarnos, para borrar estigmas y trabajar soluciones.

Para concluir cito:

"La sociedad promueve conductas machistas" (sinónimo de feministas extremistas, fundamentalistas o de total desconocimiento ante nuestra sexualidad humana) "y existe un concepto de base que está detrás de todo esto, que es el de propiedad.
Bajo esa mirada machista, el cuerpo de un niño o de una mujer no se perciben como pertenecientes a ese niño o a esa mujer, sino como propiedad de los padres o del marido."

Seamos todos responsables para lograr un cambio.
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