De niña tenía un sueño recurrente: encontraba un cofre enorme a la orilla del mar repleto de joyas, piedras preciosas y semipreciosas, monedas, vasijas y no recuerdo qué cantidad de cosas, que disfrutaba enormemente al mirarlas, pero carente de ambición posesiva.
En términos de quienes estudian el significado de los sueños, poseo cosas ocultas en mi vida de gran valor, pero que no visualizo por su valor material, sino espiritual; cosa a veces contraproducente, pues ambos, materia y espíritu, son continuidad la una del otro. También se dice, que lo importante de un sueño a la hora de buscarle significado es qué o cómo sentías o percibías durante el mismo, y ahora que lo pienso, experimentaba alegría, libertad, amor por la belleza, diría que hasta fe... aunque quizás los sueños son sólo el cerebro trabajando y no significa más.
Algunas tardes me iba al patio de mi casa a jugar con la tierra del jardín y figuras de pequeños angelitos que brillaban en la oscuridad para enterrarlos allí a ver que pasaba. Al día siguiente cavaba hoyos, a mi parecer profundos, y al no haber marcado donde los enterraba, encontraba en su lugar un mundo de larvas, gusanos y elementos entre los que encontré algunas monedas españolas del siglo 19 que regalé entre mis primos y de las cuales conservo una, pero de angelitos ná de ná.
No sé si impactada por todo eso, me encanta todo lo que brilla, sin usar blinblin.
Sabía también que todo lo que brilla no es oro, o que al final el oro es nada, sólo un metal conector de energía, con el mismo valor de un cristal, un “dream catcher” indígena, una roca del espacio, o una cajita sellada con agua. Lo trascendental es qué significa o representa para nosotros el objeto, pero este mundo no funciona así, y al crecer hice caso omiso a tal “sabiduría”. Cuántas veces nos dejamos llevar por la cubierta, o las palabras, creyendo en tesoros ocultos y resulta que por tesoros hay gusanos que tragan angelitos fluorescentes.
Cuentan que a finales del siglo pasado encontraron dos galeones ingleses sumergidos en la costa de mi isla y ahora se ha formado un revolú’, un bembé, un tirijala chicloso, de a quién pertenecen, de qué partido le podemos sacar.
Cuentan que embarcaciones hundidas podría haber más de 800 por estos lares, que narran nuestra historia y la de quienes viajaron en ellas, que el galeón en cuestión posee tesoros incalculables y que podría salvar la crisis económica que vive el país, sin nombrar la cantidad de turismo que atraería. Es casi como haber encontrado petróleo.
Y yo le digo a quien sea dueño de un pedazo de tierra que contenga restos o piezas de nuestra historia, "cuidar y proteger la piedra, que en ella se encierran las repuestas".
En la isla, linda, chiquita, espina y rosa de mi corazón, hay gusanos, reptiles y chupacabras, dispuestos a cavar, bucear y derribar montañas a cambio de lucro personal, pero la Historia pertenece a sus habitantes y al conocimiento de la humanidad.
¡Yucayeke' Guay, Guay-siba!
Guay = n : Muestra de emoción o dolor, como en decir Ay! me duele. También de Admiración o gritando, "Yucayeke' Guay!" o atención Pueblo.
Ciba = siba = n : Piedra.
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