miércoles, 16 de agosto de 2006

La otra guerra

Quisiera continuar la crítica a creadores de mini vertederos atrapados en el Síndrome de Diógenes aun teniéndolo todo, presos del sentido de no pertenencia, que comencé en el post anterior.
Quisiera hablar de lo bello que es mi Puerto Rico, con su gente siempre alegre dispuesta a ayudar al caído, dispuestos a luchar por encima de vicisitudes y lograr sus metas, dispuestos a hacer sentir bien al visitante, educarse y hacer bien su trabajo.
Quisiera hablar de la necesidad de educación sexual efectiva y científica para adultos empecinados en negar la sexualidad como parte natural de nuestra humanidad, para así poder entonces comunicar a nuestros niños desde sus primeros años de vida con naturalidad y respeto, lo bello y placentero de la armonía y salud sexual en nuestras vidas.
Quisiera hablar de cualquier cosa.
Pero no puedo.
Hoy otro ser inocente e indefenso ha sido víctima de la amarga y asquerosa realidad que esta viviendo mi país.
Otra criatura (en este caso una niña), maltratada, abusada, muerta a manos del engendro del odio, del maldito dios de la violencia.
Otro ser indefenso lanzado al precipicio del abandono en una jaula de depredadores carentes de sensibilidad, en una sociedad adicta al ego y al cochino consumismo, a lo inmediato del placer, al desamor, a la mentira y negación como estilo de vida, que da la espalda para irse de juerga o culpar a la política o falta de religiosidad por cualquier mal, en el pequeño país de estadísticas más elevadas en temas que laceran nuestra imagen colectiva y salud mental, comenzando por la criminalidad.
Otro hijo no querido que nunca debió nacer para no ver el día de su muerte a manos de quien veía como su protector y ejemplo en todo.
¿Quién va a detener esto y cómo?
Esta guerra sin tregua contra quienes no se defienden, ni tienen quien lo haga por ellos.
¿Cuán loca, podrida y absurda se ha vuelto nuestra sociedad mientras acontece un mundo de información y educación accesible a todos?
Otra prueba terrible de que las leyes, salud mental y el departamento de la familia, se han quedado milenios atrás con las alternativas para prevenir que un solo niño más muera o sea maltratado.
Las instituciones y grupos que trabajan con el alza en maltrato y prevención tienen las manos atadas aun teniendo buenas intenciones o estando prestos a sugerir alternativas, simplemente porque el mismo sistema está diseñado a manera de espiral que atrapa y succiona para siempre. Simplemente porque nuestra noble y moralista sociedad tiende a callar por resguardar su espalda, a proteger al patán “porque es humano”.

Necesitamos actualización con urgencia.
Urgencia total para no perder ni un niño o mujer más a manos de la demencia del desamor y la violencia.
Estos “ejes del mal” que erróneamente llamamos humanos con derechos, son una especie de mutantes que se les hizo tarde para recibir amor y comprensión que cambien su odio, su vacío. En sus venas y cerebro hierve el germen de la destrucción y la inmundicia.
Se han realizado estudios científicos del comportamiento del cerebro de asesinos y han encontrado peculiaridades en ellos que les hacen insensibles a la empatía humana, al dolor ajeno, incapaces de procesar un comportamiento social empático. Y lo grave es que casi siempre fue la misma sociedad, el ambiente y la crianza recibida de sus propias madres el detonante del mal o los males que ya traían consigo. Sus emociones están bloqueadas, algo así como el bipolar o deprimido que se toma una prozac del diablo y bloquea la depresión por completo, pero tampoco ya siente nada, ni por el, ni por nadie, menos aun respeto por la vida propia o ajena, ni sensibilidad para apreciar los regalos que la vida nos provee a cada instante; el hecho de respirar, mirar el cielo, escuchar una canción, mirar los ojos de un bebé en cuya mirada se encierra la sabiduría del universo.

Estos seres disfrazados de humanos, son hijos a su vez del maltrato y la ignorancia, hijos de la pobreza espiritual, que van esparciendo a su paso la leche letal que lactaron de sus madres o tomaban solos cuando aun no podían sostener bien la botella.
Los he visto.
Les llevaban en carrito de compras y les engullían una bofetada para que no hablaran, lloraran o expresaran hambre o cansancio, para que actuaran como fantasmas y así ellas o ellos seguir con sus vidas, su consumismo, su desesperación o su ambición egocentrista en paz.
En mucha paz, como la paz de los sepulcros.
Esa escoria de la maldita guerra boricua contra los indefensos, son los hijos de los padres que abandonaron todo deber de paternidad, y desaparecieron, que vieron maltratar a sus madres con esos ojos chiquitos que lloraban por falta de atención.
Los ‘bullies’ de la escuela, sentados frente a la tele sin hacerse partícipes de deberes familiares, protegidos por mami, o el dinero y sus apariencias de todo mal.
Estos productos de la triste enfermedad colectiva frente a la que nos horrorizamos y de la que sólo podemos avergonzarnos como pueblo, son efectos de la sobre protección de algunas madres que aun viendo a sus “tesoros,” ser juzgados por un crimen de violencia o maltrato, los defienden biblia en mano y lágrima en ojo, asegurando son material canonizable.
Esos malditos infrahumanos peores que asesinos en frente de batalla, porque aniquilan al indefenso, son hijos de nuestra sociedad que de manera indirecta hemos educado todos, conscientes o no, al callar o asumir posturas de comodidad, de eterna fiesta escapista, de enajenación y discrimen ante la pobreza y todos sus males, que más que hacernos dependientes, nos atrapa en callejón sin salida. Al cerrar los ojos ante las enfermedades mentales y su tratamiento o detección. Al no educar a nuestras hijas e hijos con suficiente autoestima y conciencia para que seleccionar maltratantes por pareja no les pase por la mente ni en la peor pesadilla. Al aceptar como plausibles métodos de crianza entre dos extremos: niños criados como si fuesen dictadores o reyes por encima de los demás, muy machos y con palabra divina, donde el dinero todo lo compra, o como si fuesen basura, o peor que basura, fantasmas que sólo estorban.
Si usted no se siente capaz de ser un padre o madre con todo el amor, respeto, deberes y tiempo que requiere educar un niño sano y capaz en nuestra sociedad, no traiga hijos al mundo, no los busque teniendo sexo sin protección.
Parece muy sencillo. Pero nuestra sociedad está diseñada para rechazar la educación sexual y la prevención de embarazos, mientras se elogia el nacimiento de niños no deseados y se promueve la sexualidad desenfrenada sin responsabilidad, enardeciendo la imagen de la mujer como objeto sexual desechable.

¿En qué momento perdimos el control de los conceptos, nuestra sanidad mental, nuestra sensibilidad y respeto por los demás?
El maltrato siempre ha existido. Su base radica en el egoísmo innato y deseo de control, en que el ser humano no es bueno por naturaleza, sino que debe ser guiado con amor, pero con firmeza, para que no sólo desarrolle autoestima, sino que conozca los límites necesarios para la convivencia y desarrolle empatía y respeto por la vida propia y ajena. Que se reconozca parte de un Todo y no el centro del universo.
Pero para muchos niños, mujeres y hombres que han muerto o han sido marcados por el maltrato para siempre, no sirve la promesa de un jardín de rosas como respuesta.
La respuesta está en la toma de acción inmediata, en cambios radicales y probados hacia la detección, prevención y protección, hacia educar con la verdad, algo espinoso en el país de las mentiras.

Pequeño-a rehén del absurdo, ¿quién hablará por tí en el día de tu silencio?

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3 comentarios:

Iva dijo...

Ana-
Gracias por visitar mi humilde Pinacoteca. Trato siempre de que las personas puedan identificarse con mis escritos o al menos que se distraigan con los mundos que invento.
Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.

Laura Martillo dijo...

Entiendo tu decepción Ana, tu indignación, tu impootencia.

América Latina es la misma por donde la veas, compartimos esos lastres llamados burocracia y desinterés que hacen que sea tan difícil llegar a todos. ayudar a todos, poder hacer algo.

Pero por sobre todo, creo que comparto contigo esa esperanza de que a mayor información haya tambien mas gente dispuesta a ayudar, a salir y enseñar, a proteger a los inocentes, a no quedarse callados, ni con als manos cruzadas.

Que nuestras pequeñas tribunas bloggers, sirvan para poder decir lo que la gente calla a menudo por ser poco digerible. Que la forma que usemos para decirlo llegue a todos y logre hacer reaccionar a quienes antes dormían.

Un abrazo.

Ana dijo...

Gracias Iva, por tu visita! Continúa inventando mundos con intensidad admirable, que seguiremos viajando.

Dra. Laura, gracias! Me haces razonar que la fe o la esperanza no son nada sin la acción.
Sólo la acción nos libra de la impotencia.
Por más atadas que creamos nuestras manos, siempre podemos hacer algo con lo que tenemos, donde estemos.

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